domingo, 30 de marzo de 2008

Y justo en el medio estoy yo.


* La balada del diablo y la muerte *

Estaba el diablo mal parado
En la esquina de mi barrio
Ahí donde dobla el viento
Y se cruzan los atajos
Al lado de él estaba la muerte
Con una botella en la mano
Me miraban de reojo
Y se reían por lo bajo
Entre dientes oí a la muerte
Que decía, que decía así...
Ahaaa...
Cuántas se habrá escapado
Como laucha por tirante
Y esta noche que no cuesta nada
Ni siquiera fatigarse
Podemos llevarnos un cordero
Con sólo cruzar la calle
Yo me escondí tras la niebla
Y miré al infinito
A ver si llegaba ese
Que nunca iba a venir
Estaba el diablo mal parado
En la esquina de mi barrio
Al lado de él estaba la muerte

con una botella en la mano
Y temblando como una hoja
Me crucé para encararlos
Y les dije me parece que esta vez
Me dejaron bien plantado
Les pedí fuego y del bolsillo
Saqué una rama pa' convidarlos
Y bajo un arbol del otoño
Nos quedamos chamullando
Me contaron de sus vidas
Su triunfos y sus fracasos
De que el mundo andaba loco
Y hasta el cielo fue comprado
Y más miedo que ellos dos
Me daba el propio ser humano
Oh, oh, oh, oh....
Y yo ya no esperaba a nadie
Entre las brisas del aquellarre
El diablo y la muerte
Se me fueron amigando
Ahí donde dobla el viento
Y se cruzan los atajos
Ahí donde brilla la vida
En la esquina de mi barrio
De mi barrio.....
De mi barrio.....


La Renga



________ si me siento asi el diablo tiene que existir ¡Oh si!

jueves, 27 de marzo de 2008

Esquizoide


Muto.

Cambio.
Soy mujer.

Soy hombre.
Soy.
No soy.
Soy buena.
Soy mala.
Soy angel.
Soy demonio.
Soy negra.
Soy blanca.
Soy puta.
Soy santa.
Soy maravillosa.
Soy mediocre.
Estoy cuerda.
Pero no estoy loca.
Ah no, eso si que no.

viernes, 21 de marzo de 2008

LUZ


Ves esa luz?
Ve hacia la luz.
Era la luz o era él?
(Acaso, muchas veces ¿No es lo mismo?)

sábado, 15 de marzo de 2008

NADIE ES PERFECTO


un pendejo que hace de viejo.

las sirenas estan sonando y yo sin agua bendita.

el jean le apreta la fresa y ella es la reina.

sueña con algun pajarraco que le de un pie y sople su amor.


venia rapido, muy rapido y se me salio un patin, a mi que era la reina de la jungla se me salio un patin...mi corazon no, no era un hotel, aunque corria ese rumbo y hoy tengo una, entre otras cruces, en este bosque siempre cruel.


en ciertas cosas el diablo siempre es neutral.

pasara, ya pasara...este espejismo pasara.


inyectameydamemasdamemas.
yosoyunainsasiablequierosiempremas.


lunes, 10 de marzo de 2008

Agarrame la batabara


Sentir que es un soplo la vida

que 23 años no es nada...


Charly vos sos del sahumerio men

ponete un kiosco, comprate un cd de Sui Generis,
pero no te hagas mas el punki.
(Guille dixit)

miércoles, 5 de marzo de 2008

Adherida en secreto a la palpitación de lo invisible *


Asisto a su duración en lo instantáneo.




¿Qué ves?
¿Qué ves cuando me ves?

Cuando la mentira es la verdad...

lunes, 3 de marzo de 2008

Ritual


Ahí esta él, el mar, la mas ininteligible de las existencias no humanas. Y aquí está la mujer, de pie en la playa, el más ininteligible de los seres vivos. Al formular el ser humanos un día una pregunta sobre sí mismo, se volvió el mas ininteligible de los seres vivos. Ella y el mar.
Podrá haber un encuentro de sus misterios sólo si uno se entregase al otro: la entrega de dos mundos incognoscibles hecha con la confianza con que se entregarían dos comprensiones.
Ella mira el mar, y es lo que puede hacer. Él solo esta delimitado para ella con la línea del horizonte, vale decir, por su incapacidad humana para ver la curvatura de la tierra.
Son las seis de la mañana. Solo un perro libre titubea en la playa, un perro negro. ¿Por qué un perro es tan libre? Porque es el misterio vivo que no se indaga. La mujer vacila porque va a entrar.
Su cuerpo se consuela con su propia exigüidad en relación a la vastedad del mar, porque es la exigüidad del cuerpo la que le permite mantenerse caliente y esa exigüidad la que lo vuelve pobre y libre persona, con su parte de libertad de perro en las arenas. Este cuerpo entrará en el ilimitado frío que sin rabia ruge en el silencio de las seis horas. La mujer no lo sabe: pero esta actuando con valor. Con la playa vacía a esa hora de la mañana, ella no tiene el ejemplo de otros humanos que convierten la entrada al mar en simple juego liviano de vivir. Ella está sola. El mar salado no está solo porque es salado y grande, y eso es una realización. A esta hora ella se conoce menos todavía que lo que conoce el mar. Su valor es el de, no conociéndose, proseguir sin embargo. Es fatal no conocerse, y no conocerse exige valor.
Va entrando. El agua salada es de un frío que le eriza en ritual las piernas. Pero una alegría fatal –la alegría es una fatalidad- ya la invadió, aunque ni se le ocurra sonreír. Por el contrario, esta muy seria. El aroma es entontecedor y la despierta de sus mas adormecidos sueños seculares. Y ahora ella esta alerta, aun sin pensar, como un cazador esta alerta sin pensar. La mujer es ahora una compacta y leve y aguda – y abre camino en la gelidez que, líquida, se le opone y que, sin embargo, la deja entrar, como en el amor en que la oposición puede ser un ruego.
El camino lento aumenta su valor secreto. Y de repente ella se deja cubrir por la primera ola. La sal, el yodo, todo líquido, la dejan por unos instantes ciega, toda escurriéndose –espantada de pie, fertilizada.
Ahora el frío se transforma en frígido. Avanzando, ella abre el mar por el medio. Ya no necesita de coraje, ahora ya es antigua en el ritual. Mete la cabeza dentro del brillo del mar, y retira una cabellera que sale escurriéndose toda sobre los ojos salados que arden. Juega con la mano en el agua, pausada, los cabellos al sol casi inmediatamente ya están endurecidos por la sal. Con el cuenco de sus manos hace lo que siempre hizo en el mar, y con la altivez de los que nunca se darán explicación ni a sí mismos: con el cuenco de las manos lleno de agua, bebe a grandes sorbos, buenos.
Y era eso lo que le faltaba: el mar por dentro como el líquido espeso de un hombre. Ahora ella esta toda igual a sí misma.
La garganta alimentada se contrae por la sal, los ojos se enrojecen por la sal secada con el sol, las olas suaves la golpean y regresan pues ella es un obstáculo compacto.
Se sumerge de nuevo, de nuevo bebe mas agua, ahora sin ansiedad, pues no necesita más. Ella es la amante que sabe que lo tendrá todo de nuevo. El sol se abre más y le da escalofríos al secarla, ella se sumerge de nuevo: esta menos ansiosa y menos aguda. Ahora sabe lo que quiere. Quiere quedarse parada y quieta en el mar. Así se queda, pues. Como contra los costados de un navío, el agua golpea, vuelve, golpea. La mujer no recibe transmisiones. No necesita de comunicación.
Después camina dentro del agua de regreso a la playa. No esta caminando sobre las aguas –ah, nunca haría eso después que hace milenios ya anduvieron sobre las aguas– pero nadie le quita eso: camina dentro de las aguas. A veces el mar le opone resistencia tirándola con fuerza hacia atrás, pero entonces la proa de la mujer avanza un poco dura y áspera.
Y ahora pisa la arena. Sabe que esta brillando de agua, y sal y sol. Aunque lo olvide dentro de unos minutos, nunca podrá perder todo eso. Y sabe de algún modo oscuro que sus cabellos escurridos son de náufrago. Porque sabe –sabe que corrió un riesgo. Un riesgo tan antiguo como el ser humano.

* Clarice Lispector *